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CONOCIENDO EL BARRIO COREANO POR PRIMERA VEZ

Barrio y Cultura

Una tarde en Buenos Aires recorriendo el Barrio Coreano.

Ciudad de Tigre, 1 de la tarde de un día soleado, lunes 30 de mayo, me alistaba para ir a visitar el Barrio Coreano con mi familia, el clima estaba fresco y el cielo despejado, una tarde ideal para salir a pasear y conocer nuevos lugares. Termino de alistarme y me dirijo a la puerta de salida para tomar el ascensor, al llegar a la planta baja nos dirigimos al auto y comenzamos el viaje por la autopista panamericana. Nos dirigimos hacia el Bajo Flores, sobre la avenida Carabobo, entre Eva Perón y Castañares, donde se encuentra este barrio. El viaje es tranquilo, la vista desde la ventana del auto hacia afuera es agradable, los edificios de la ciudad, los autos que se dirigen en una misma dirección y los árboles pasando rápidamente generan un clima de ciudad que es familiar. De fondo sonaba música, siempre en los viajes ponemos nuestras canciones favoritas. El viaje se hizo un poco largo, había un poco de tráfico y viajamos aproximadamente más de una hora. Al llegar al Barrio coreano, en la entrada, había un cartel sobre la calle con el logo de corea, era muy lindo y colorido.

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Foto del cartel de entrada al Barrio Coreano.

Estacionamos cerca de una esquina, tomamos nuestras cosas y salimos para comenzar el paseo, al salir había tres señores de rasgos orientales charlando y riendo, estaban sentados en las sillas de un kiosco en la esquina de Saraza y Carabobo. En la vereda, gente con changuitos, bolsas o mochilas viene y va a trabajar, de compras o de paseo para tomar aire fresco. El ambiente es muy agradable, el día esta soleado, los arboles dejan pasar los rayos de sol entre sus hojas y una suave brisa pasa ligeramente. Comenzamos a caminar y a recorrer el barrio. En algunas esquinas, decorando el estilo de los restaurantes, se ven pinturas en color, murales con paisajes de Corea y en el suelo se pueden ver dibujos grabados en el suelo con el nombre del Barrio Coreano.

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Foto del suelo del Barrio Coreano.

Una señora que pasaba caminando, noto que estábamos mirando esto con atención y nos preguntó si veníamos a conocer el barrio, era muy amable, comenzó a contarnos algunas cosas del lugar, nos dijo que antes por acá pasaba el colectivo numero 109 y que el 109 en coreano se dice “Baek-Ku”, por esa razón los coreanos llaman así al barrio, aunque se conoce como Barrio Coreano. También nos conto que antes el barrio coreano era un poco mas amplio y que había mas locales en algunas cuadras, dijo “Me acuerdo que venía a veces para alquilar videos y libros a una tienda que estaba en esta cuadra” También agrego “Cerca del barrio, hay un centro de ancianos, donde se juntan todos los coreanos ancianos a jugar Baduk, un juego coreano de mesa, acá también hay una iglesia coreana que es una de las mas grandes de argentina” nos sugirió que vallamos a visitarla y nos conto algunas cosas mas sobre el lugar. Luego nos despedimos para seguir con nuestra visita y se despidió diciéndonos algo en coreano, no recuerdo la palabra, pero nos saludó con la mano y sonriendo para despedirse, fue muy amable.

 

Continuamos caminando y vimos muchos locales de comida, había una cuadra con más de cuatro supermercados coreanos, en una de las esquinas había una panadería coreana y al frente una peluquería. Las tiendas tienen carteles escritos en coreano, y algunos ponen algunas palabras en español. Encontramos una carnicería donde se pueden comprar productos como el samgyupsal, una panceta de cerdo que comen mucho en corea y mas productos que no se consiguen en otras tiendas, ya que generalmente son productos que consumen y utilizan los coreanos para sus comidas. Los restaurantes eran muy agradables, uno de ellos se llamaba “Gogiya”, en sus ventanas de afuera del local, se encontraban imágenes de comidas y platillos coreanos, horarios de apertura y fotos de comidas del menú. Otro de ellos se llamaba “Una canción coreana”, desde afuera se veían las mesas y el ambiente del restaurante, era un lugar muy lindo.

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Foto del restaurante una canción coreana.

Estuvimos recorriendo mucho, vimos la iglesia que la señora nos había contado, algunos templos y más locales con productos coreanos. Paramos para comer en un restaurantes, desde afuera se podía ver el lugar por dentro, era muy amplio y ordenado. Entramos y nos sentamos en una de las mesas, el aroma de la comida era nuevo, el mesero que nos atendió era un joven coreano. Le preguntamos que nos recomendaba y nos sugirió algunos platillos, dijo “Los platillos coreanos son muy ricos, pero el favorito de todos es el Bibimbap”. Elegimos el Jjanjangmyeon, un platillo que consiste en fideos gruesos de trigo, cubiertos con salsa espesa hecha de gochujang (una pasta de soja salada negra), carne y verdura en dados, que a veces también viene con mariscos, y también pedimos el famoso Bibimbap, que es una combinación de arroz, diversas verduras y pasta de chile rojo, que también se puede pedir sin picante, donde lo sustituyen por mantequilla o salsa de soja. Al terminar de anotar los platillos que pedimos, el mesero se dirigió a la cocina y comenzó a hablarle al chef en coreano. Pasaron unos minutos y nos trajo la comida, los tazones eran grandes y redondos, el vapor salía de los platos, la comida se veía colorida y el aroma era muy rico. Esperamos a que se enfrié un poco y comimos, todos los sabores eran nuevos y deliciosos, sin dudas la comida coreana se volvió una de nuestras favoritas.

 


Al terminar de comer le agradecimos al mesero y al chef por la comida y nos dirigimos a la salida, volviendo por las cuadras ya recorridas, notamos una escuela coreana, era grande y tenia una plata dorada en la parte de afuera que decía “Instituto Coreano Argentino”, también tenia un cartel con palabras escritas en coreano.

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  Imagen del Instituto Coreano Argentino

El Barrio Coreano era agradable, transmitía la sensación de un nuevo lugar y cultura, los carteles en coreano ya se empezaban a ver más cotidianos. Ya eran las 4 de la tarde, era hora de volver a casa, nos dirigimos hacia el auto nuevamente. El sol caía sobre el Bajo Flores y tres vecinos compartían una ronda de mates en la vereda. La gente pasaba caminando por las calles y el sol seguía brillando, los vecinos charlaban fuera de sus casas. Los tres señores sentados en sus sillas en la esquina de un kiosco continuaban charlando y riendo.

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